Los antiguos –al menos desde el mito de Orfeo– identificaron la música con el arte de la persuasión. En la oda Timotheus, Bacchus and Cecilia, estrenada por Juanjo Mena en 2023 en el May Festival de Cincinnati, el bardo Timoteo infunde con su canto pasiones extremas a Alejandro Magno, con devastadores efectos; Santa Cecilia, en cambio, concede a la humanidad, en un prometeico gesto, el don de la música sacra. Las esferas cristiana y profana se tocan también en la figura de Mozart, cuya música comparó su padre Leopold –en una carta fechada en 1768– con «un regalo de Dios», pero que Robert Schumann relacionó con la «ligereza y gracias griegas» al referirse a su Sinfonía núm. 40.

Dramatismo y lirismo se baten en el Concierto para violonchelo de Schumann, del mismo modo que lo hacen sus almas sinfónica y camerística. Reacio a seguir los cánones, Schumann produjo una hermética obra que solo se consolidó en el repertorio durante el siglo XX, pero que –a diferencia de otros ejemplos más acabados– ilustra a la perfección la naturaleza escindida e irresuelta del gran arte romántico.